martes, 28 de octubre de 2014

¿Tiene el cristianismo algo que decir en medio del marco de violencia que acaece en nuestro país?

     En principio, sospecho que la pregunta viene cargada de una cantidad de aseveraciones que podrían caer en contradicciones. En primer lugar, porque es una pregunta que denotará respuestas hablando de términos morales y éticos, que podrían ser muy cuestionables por los sectores activistas que han llevado a bien la denuncia de las violaciones a los derechos fundamentales de quienes han sido víctimas, en este caso, quiero Ayotzinapa. En segundo lugar, porque más allá de las denuncias que se pretendan hacer, la denuncia profética siempre incomoda y esa incomodidad también puede ser objeto de contradicción.
Quisiera comenzar esta reflexión citando a Walter Brueggemann, teólogo protestante, quien afirma que: “es más característico del pueblo de Israel el quejarse que el lamentarse; es decir: Israel no manifiesta resignación, sino más bien expresa un sentido ‘militante’ de considerarse agraviado”[1] La situación actual de nuestro país es similar a la del pueblo de Israel cuando estaba sometido a la esclavitud de parte de los egipcios.
Tomada de: www.animalpolitico.com
Hoy, nuestro México, se ve sometido al martirio, a la violación, al asesinato. La pregunta que acompaña de fondo estas afirmaciones es ¿Por qué? ¿Por qué están asesinando a nuestros estudiantes? Muchas podrán ser las elucubraciones de las que broten respuestas absurdas, sin fundamento, por cumplir.
La misión de los cristianos, en medio de esta realidad de violencia desmedida por la que atravesamos, no es la de simplemente mirar al cielo y pedir por nuestro hermanos; tampoco es solamente ofrecer largas jornadas de ayunos y sacrificios, ni mucho menos únicamente cumplir los preceptos que manda el Catecismo, no. La misión de cristiano, del creyente, del que realmente conoce las implicaciones del significado de su doctrina, es la de ser profeta. Dice Brueggemann que “consiste, ante todo, en hablar y ser respondido, en gritar y ser escuchado”[2].

Hoy, los cristianos estamos invitados a ser “otro Jesús en la tierra” como citaba incansablemente San Enrique de Ossó, el santo de Catalunya. 
Bárbara Andrade, teóloga que colaboró muchos años en el Departamento de Ciencias Religiosas de la Universidad Iberoamericana Ciudad de México, en sus charlas compartía que a Jesús hay que comprenderlo desde estos verbos en infinitivo y que, a la par, muestras su misión: perdonar, curar, incluir y compartir.
Tomada de: www.ororadio.com.mx 
Ser profeta en medio de esta realidad de violencia: anunciando y denunciando, es la forma en la que los cristianos estamos llamados a llevar a bien. Hay que llevar esperanza en medio del dolor: incitando siempre el perdón evangélico; hay que curar (que muchas veces se alcanza a través de la escucha profunda y la empatía) a quienes han sido víctimas pero también a los victimarios; hay que incluir, es decir, que nuestras propuestas no sólo sean incendiarias, sino que propongan alternativas para que ninguno quede excluido; y finalmente compartiendo, es decir, haciéndonos hermanos en medio del sufrimiento y el dolor, no solo de los desaparecidos, sino de las familias que día con día esperan que sus hijos lleguen a casa y todo regrese a la normalidad. 

Si, el cristianismo tiene mucho que decirnos en medio de esta situación aterradora de violencia, de cinismo, de impunidad. La tarea es saber si escuchamos con los oídos o con el corazón para así evitar, como lo dije al principio, caer en contradicciones. El cristianismo es una paradoja que tiene que ser siempre discernida, porque incluye al excluido, opta por el pobre, pero se sienta a la mesa con el publicano, ese es el verdadero cristiano.

El cristianismo tiene mucho que decirnos hoy en día, y para quienes somos cristianos o por lo menos nos decimos cristianos, ¿estamos dispuestos a escuchar y vivir las invitaciones que nos hace desde el evangelio? 

Que tengan buena semana y a disfrutar del fútbol, buenas noticias y una que otra patada.

Tisca, SJ
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[1] Brueggermann, Walter. La imaginación profética. Sal Terrae, Santander, 1986, pág. 22.
[2] Ibid., pág. 24.

lunes, 13 de octubre de 2014

El profeta de la cancha

"El fútbol ocurre en la hierba y en la agitada conciencia
de los espectadores. La crónica vincula ambos territorios"
Juan Villoro
Cortesía: www.mediotiempo.com
Corría aproximadamente la mitad del segundo tiempo del encuentro entre México y Panamá en el Estadio Corregidora de Querétaro, casa de los Gallos Blancos de Ronaldinho, Sinha y compañeros.
Tengo que aceptar que ya llevaba varias "cabezaditas" y un concierto de bostezos con los que casi construyo toda una sinfonía.

De repente, las cámaras de la televisora del Ajusco, enfocan a otro "pseudoaficionado" (y lo pongo entre comillas porque yo no lo considero así) que entra a la cancha. Y digo otro, porque en el cotejo del jueves pasado en Tuxtla Gutierrez, Chiapas, varios hicieron la heroica hazaña. Seguramente durmieron calientitos esa noche. Volviendo al domingo, a la hora del enfoque, dejé de lado mi sinfonía y presté atención al valiente: “IMSS, impunidad y nepotismo”, fue la leyenda que el joven puso al frente de la playera, mientras que en el pantalón instaló “Caso Iguala”, haciendo referencia a los jóvenes asesinados y desaparecidos de la Escuela Normal de Ayotzinapa en Guerrero.

Mi primera reacción fue pensar en la trascendencia que esto podría tener. Cuántos millones de aficionados la fútbol, incluido yo, estábamos viendo la misma imagen y trayendo a nuestras mentes tanto el caso de ABC y el de los normalistas. Pero ahí no acaba todo, en la parte posterior de su playera escribió “Mexicanos artos (sic.)”, además de una lista de reclamos: “Corrupción”, “Impunidad”, “Violencia” y “Pobreza”.
 
El partido terminó, México ganó y bla bla bla... De pronto, una vez que la televisora corta la transmisión, entra un spot del Gobierno Federal que nos anuncia los miles de kilómetros que se han construido de carreteras y del sistema ferroviario que conectará México y Toluca así como México y Querétaro... ¿Qué? Sí, esa fue la respuesta inmediata frente a lo acaecido con el "profeta de la cancha" como le bauticé. Pero no sólo fue uno, no, en menos de diez minutos se aventaron seis spotos del Gobierno Federal recordándonos que ha cumplido sus promesas. Me quedé en shock.

¿Qué hay detrás de todo esto? En primer lugar, me pareció enormemente plausible el valor del "profeta de la cancha" porque nos recuerda que no basta el pan y circo con el que desvían nuestra atención (que conste que me incluyo), sino que hay que tener presente la realidad que acontece en nuestro país. Y no se trata de responder que eso no tiene nada que ver conmigo y con mi vida, porque seguramente somos millones de mexicanos pensando eso, sino que se trata de asumir que nuestra sociedad ya está cansada, estamos cansados, de tanto de lo mismo, de la corrupción, de la impunidad, del mal gobierno... Criticamos pero no hacemos nada. Ayer este valiente se atrevió a romper con el conformismo que nos caracteriza y se lanzó al terreno de juego, en donde encontramos a nuestros guerreros y se atrevió a anuncia y denunciar, como lo hacen los profetas, la realidad que vive nuestro país y que muchas veces no queremos ver.

La respuesta de parte del gobierno fue enfatizar que no pasa nada, que ellos están trabajando por construir un México mejor. ¿Qué de verdad están ciegos o se hacen los ciegos? Ayer, un país entero, o por lo menos los que gustamos del fútbol, fuimos testigos de algo que en mi memoria, no había sucedido anteriormente: un aficionado manifiesta su malestar, su inconformidad en contra del gobierno, en un partido de la Selección Mexicana.

Increíble la afronta con la que tenemos que caminar constantemente. No puedo evitar recordar este cortometraje producido por Circo Volador en 2009, que, paralelo a la comisión del Bicentenario, también se dispusieron a ¿celebrar? los 200 años de la Independencia de México y 100 de la Revolución.


Que tengan buena semana y a disfrutar del fútbol, buenas noticias y una que otra patada.

                                                                                                                                                                      Tisca, SJ
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