viernes, 27 de febrero de 2015

Una montaña iluminada

"Subió con ellos a una montaña alta"
(Mc. 9, 2)
Tomada de: educarconjesus.blogspot.com
       Me gustaría comenzar esta reflexión haciendo varias preguntas, ¿desde dónde es más fácil tener una vista panorámica de algún lugar? Efectivamente, desde la punta de un monte, desde un lugar muy en lo alto. ¿Qué tiene de característico este lugar? Así es, suele ser solitario, silencioso, te permite, incluso, reflexionar cosas, contemplar otras.

Para los judíos, el monte representaba lugar de encuentro con lo divino, lugar de oración, lugar de teofanía.
En esta perícopa, el evangelista narra que llevó a Pedro, a Santiago y a Juan. Una vez ahí, se transfiguró. ¿Qué significado tiene esto? ¿Qué es transfigurarse? Sin duda, es mostrar lo verdaderamente divino de Jesús que nos invita a renunciar a lo verdaderamente humano. 

La presencia de Moisés y Elías son fundamentales, ya que el primero representa La Ley (Torah) y el segundo representa a los Profetas (Nebiim), es decir, en Jesús se resume y se plenifica toda la caminada del pueblo de Israel, su historia, sus costumbres, sus tradiciones. Para los Judíos, La Ley y los Profetas son muy importantes, representan la Alianza y el cuidado de ella.   

Y claro, los discípulos presencian este evento y cómo no habrían de asustarse. La respuesta de Pedro "Maestro, ¡qué bien se está aquí! Vamos a hacer tres tiendas" precisamente representa ese deseo de no descender del monte, de no volver a la realidad; representa el miedo de renunciar a lo mundano, incluso al propio proyecto, los propios sueños y optar por un proyecto que se consumará con la Muerte y Resurrección de Jesús.

Vivamos esta semana con la invitación a dejarnos interpelar por la invitación del Jesús, que siendo verdaderamente Dios y verdaderamente hombre, nos lanza a vivir este tiempo cuaresmal reflexionando en aquello que podemos hacer porque este mundo sea mejor y, por una u otra cosa, nunca hemos hecho o hemos dejado de hacer.

Los dejo con un poema de José María Rodríguez Olaizola, SJ, sobre la Transfiguración.

Debajo de la piel,
muy dentro,
en lo profundo,
arde un fuego
poderoso.

La fuerza
de un Dios late, discreta,
en el pozo de los anhelos
y los sueños.

A veces asoma, y es
palabra humilde,
caricia,
gesto de amor,
mirada humana,
alegre bullicio,
silencio reconciliado.

Brillan más los ojos,
un fulgor distinto colorea el rostro,
se entonan
melodías vivaces,
ese canturreo crece,
contagia a muchos,
y por un instante de comunión
nace un clamor de júbilo.

Se está bien aquí.
Menos uno, y más nosotros.
Luego se impone la vida
con sus rutinas.

Pero sabemos que
debajo de la piel,
muy dentro,
en lo profundo,
late Dios.

Que tengan buen fin de semana y a disfrutar del fútbol, buenas noticias y una que otra patada.

Tisca, SJ
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