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Juan Villoro en su texto más
reciente titulado “Balón Dividido” nos cuenta que: No es por presumir, pero me llevo bien con la derrota. El mérito no es
mío sino del fútbol mexicano. Si nuestra alegría dependiera del marcador seríamos
profesionales de la tristeza. Los resultados adversos y los goles fallados a un
metro de la portería nos han acostumbrado a disfrutar del juego sin pedirle
demasiado a la diosa Fortuna. Y qué razón tiene al expresarlo. No cabe
duda, que la realidad siempre se impone. Empiezo a creer, a estas alturas de mi
vida, que efectivamente el cielo es azul, que el América es el equipo más
odiado de este país y que la Selección Mexicana llega, y llegará, a octavos de
final enmarcada por un terrible determinismo histórico.
Hace una semana, al compartir mi
reflexión sobre los octavos de final, estaba plenamente convencido de que esta
escuadra azteca pasaría a la historia así como lo hicieron quienes
representaron al país en Londres 2012 y se trajeron por primera vez en la
historia una medalla dorada en el balompié. Durante 70 minutos del duelo contra
Holanda realmente creí en que esta vez sería diferente y que el hastag #YoSiCreo realmente se vería reflejado
en un resultado histórico que nos hiciera llegar nuevamente a cuartos de final
así como sucedió en el mundial de 1986. Pero la realidad de impuso.
¿Qué pasó en los últimos 20
minutos antes de que el árbitro pitara el final del encuentro? La historia
futbolística detrás de una nación, la idiosincrasia mexicana resumida en un “si
se puede” y el miedo a lanzarnos a alcanzar grandes ideales, nos cayeron como
balde de agua fría y sucedió lo que en la últimas 5 Copas del Mundo nos había sucedido:
nos descalificamos. Si, así como lo leen, nos descalificamos.
¿Es responsabilidad del árbitro?
¿Es responsabilidad de la FIFA? ¿Es responsabilidad de Miguel “Piojo” Herrera”?
Creo que es un buen momento para dejar de justificar nuestras derrotas, dejar
de culpar a otros por responsabilidades que son nuestras, o más bien dicho, de
los 11 que estuvieron en la cancha. ¿Cuál es mi análisis de lo acaecido el
domingo pasado? Estamos determinados por un “ya merito” ocasionado por un
enorme temor a trascender. No es culpa de Sneijder quien atinadamente sacó un
obús para empatar el encuentro, tampoco es culpa de Pedro Proenca en pitar un
penal que acertadamente marcó Huntelaar; el problema es que “no nos la creemos”,
la Selección Mexicana dejó de jugar los últimos 20 minutos así como jugo los 70
anteriores, dejaron de jugar compactadamente y comenzaron a deshacerse del esférico
con el temor de tener a los holandeses en el área. Esto, sin duda, muestra
mucho de lo que es nuestra historia, nos conformamos con una probadita en vez
de entrarle de lleno al banquete. Juan A. Birch, un buen amigo mío, que por
cierto es holandés, me hacía caer en la cuenta de que efectivamente sí tenemos
notas constitutivas de conformistas: […] cuando Hidalgo estaba cerca de la ciudad
de México, habiendo ganado una batalla importante, y quedando pocos soldados
reales en la capital, decidió, contra el consejo de Allende, no tomar la
capital y se le fue de las manos la victoria de la guerra de independencia...
Cuando Pancho Villa tenía a Obregón en sus manos, en lugar de fusilarlo, como
merecía este traidor, lo dejó ir y luego Obregón le pagó el favor, decimando
las tropas de Villa en una serie de batallas sangrientas de Celaya hasta
Aguascalientes... Cuando el PAN sacó al PRI de Los Pinos, Fox y Calderón
siguieron políticas priistas neoliberales y resultaron más corruptos que el
mismo PRI, despilfarrando esta oportunidad histórica para lograr la victoria de
la justicia sobre la injusticia. Y hay otros eventos históricos de esta índole.
Recuerdo con gran acierto que
esta historia vivida contra Holanda fue muy similar ante Alemania en 1998 y en
el 2006 ante Argentina, pues en ambas ocasiones la Selección Mexicana comienza
el encuentro ganando y terminan dándole la
vuelta al marcador. Pareciera entonces que estamos determinados por esta
historia del “jugamos como nunca y perdimos como siempre”, que a pesar del
trabajo en conjunto, de los entrenamientos, de los mexicanos militando en Europa,
la realidad nuestra es la de conformarnos con este cuarto partido y, como dice
Villoro: “acostumbrarnos del juego sin
pedirle demasiado a la diosa Fortuna”.
Por lo pronto vendrá próximamente Olimpiadas, Confederaciones y la FEMEXFUT ha ratificado al “Piojo”, veremos si la historia sigue siendo para nosotros la posibilidad de seguir soñando o de plano, la determinación y la realidad son producto simplemente de nuestro conformismo e imaginación.
Que tengan una buena semana y a disfrutar del fútbol, buenas noticias y una que otra patada.
Tisca, SJ
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